Estoy tan irritado…
Y todo por esa maldita máscara que me pongo fuera de casa. La llevo muy ceñida
para que no se me caiga, tanto que si me pica el rostro no puedo aliviarme. Es
terriblemente molesto llevar siempre una careta, pero me da pánico salir sin
ella. Tengo la cara llena de arañazos porque en la intimidad me rasco sin cesar.
El día que se rompa la máscara y se descubra mi rostro magullado verán que no
soy más que un hombre herido, y se marcharán. No temo quedarme solo, sé que aparecerá
quien trate de curarme. Eso es lo que me da miedo de verdad.
domingo, 30 de noviembre de 2014
martes, 18 de noviembre de 2014
Póngame otro chato, jefe
Jefe, póngame otro chato.
Necesito ahogar la nostalgia que tanto pelea por salir a flote. Porque caí de un acantilado y ahora floto en aguas bravas. Me dejo llevar. Espero una gran ola que me alce hasta su cresta y me arrastre de nuevo a la playa. No puedo nadar, no tengo fuerzas. Tengo una boya cerca, pero no me quiero agarrar. ¿Y si nadie viene a salvarme? Me quedaré perdido en mitad del mar. Demasiado tiempo para pensar.
Todo me sabe a sal. ¿Es el mar, que se cuela entre mis labios? Quizá sean las lágrimas que debo tragar. El sabor del recuerdo me da mucha sed. Me rodea el agua, pero no me puede saciar.
viernes, 14 de noviembre de 2014
Desmontando la comedia
¿Os ha pasado alguna vez que vais con vuestra novia
de compras y os obliga a recorreros cada tienda del centro comercial tres
veces? ¡Y luego para no comprarse nada! Que te pregunta, “cariño, ¿cómo me
queda esto?”. Desconfiad, ¡es una trampa…!
¿Habéis visto? Estoy contando una historia de lo más
corriente para empatizar con vosotros, ¡sí señor! Es que veréis, soy de pueblo,
y aquí nos entretenemos tirándoles piedras a los gatos, somos así de básicos.
El día que no estamos mordisqueando un trozo de espiga matamos el rato
fornicando con nuestras cabras.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)