lunes, 15 de septiembre de 2014

El síndrome del universitario

Se trata de un conjunto de problemas mentales y conductuales que forma parte de los trastornos del espectro sabiondo. La persona afectada muestra dificultades para cerrar el pico cuando no sabe de lo que habla, además de repetir como un loro aquello que dijo el profesor más guay de primer año. Los usuarios afectados por este trastorno pueden adquirir comportamientos estereotípicos como enumerar las propiedades de la marihuana, decir “fascista” por lo menos tres veces al día, fumar tabaco de liar, comprarse una cámara réflex, poner filtros de Instagram en todas sus fotos, comentar que somos un país de pandereta, acudir a conciertos de bandas alternativas, hacerse veganos... No obstante, puede darse la circunstancia de que no se presente alguna de estas prácticas. En este caso, el afectado es portador del anticuerpo “odio las etiquetas”, por lo que su comportamiento es imprevisible y necesita controlarse periódicamente.

El síndrome aparece en jóvenes de entre 18 y 26 años que al cruzar por primera vez la puerta de una facultad creen haber entrado en un periodo de madurez. El sujeto absorbe opiniones sobre infinidad de temáticas, preferentemente de sus profesores más populares, y las incorpora a su propio repertorio en un acto de fe. Cuando el creyente sale de su templo y se relaciona con paganos (dícese de aquellos que son ajenos a los círculos intelectuales) siente la necesidad de civilizar sus mentes y expandir su conocimiento recién adquirido, aunque nadie le haya preguntado. Si encuentra oposición apelará a la autoridad nombrando a una serie de autores que aún no se ha leído, pero le suenan. Si su estrategia no funciona y se siente acorralado el sujeto podría volverse peligroso, recordando que “aquí el universitario soy yo”. En el caso de que haya otro trastornado en el mismo grupo con una opinión diferente la batalla se resolverá en un duelo pabloiglesiano, es decir, tirando de expediente académico.

Las personas que sufren el síndrome del universitario no pueden llevar una vida normal, confunden la educación (instrucción por medio de la acción docente) con el intelecto (capacidad de entender o comprender). La memorización y la repetición son sus principales armas. Presuntamente siempre tienen la razón, pero se desconoce por qué no la usan.

Los últimos estudios defienden la posibilidad de la existencia de un virus responsable del síndrome del universitario. Algunos expertos se niegan a aceptar que la humanidad roce tal grado de estupidez. Lo que sí está demostrado es que cuanto más grave sea el estado del trastorno menos posibilidades de recuperar el sentido común del individuo, por lo que se precisa una pronta detección del síndrome.

El tratamiento más recomendado es simple: cerrarle la cuenta de Twitter para evitar la propagación de su mensaje y regalarle algún libro de Dan Brown que aligere su carga intelectual. Pero, sobre todo, es obligatoria una buena mano de hostias para despertarles del trance. Nunca falla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario