domingo, 21 de diciembre de 2014

No se puede frivolizar

- No se puede frivolizar con la violencia porque deja un reguero de víctimas a su paso.

- No se puede frivolizar con el aspecto físico porque mucha gente se acompleja, se deprime y termina suicidándose.

- No se puede frivolizar con la crisis económica porque miles de personas están siendo desahuciadas y viven en la calle; otras tantas pasan hambre.

- No se puede frivolizar con la orientación sexual porque, desgraciadamente, hay homosexuales que terminan torturados a manos de algunos energúmenos en Rusia o colgados de una grúa en Irán.

- No se puede frivolizar con el racismo porque genera odio entre personas de distinto color de piel, cuando todos sabemos que solo existe una raza: la humana.

- No se puede frivolizar con la ideología porque a lo largo de la historia son muchos los que han luchado por sus ideales y perecieron en el intento.

- No se puede frivolizar con la muerte porque la gente muere...

Frívolo, la:
superficial, ligero, de poca importancia.

Da igual el tema que escojas, la vida es un drama en sí mismo. Si le quitas hierro a un "tema serio" estás actuando mal. Si te pasas el día charlando sobre banalidades eres un inconsciente que no hace más que mirarse el ombligo, un borrego que no es capaz de comprometerse con aquello que realmente importa. ¿Qué debemos hacer? ¿Tenemos que hacer frente a cada desgracia en esta vida y además hacerlo con absoluta solemnidad?

Cada uno afronta las tragedias como buenamente puede. Unos prefieren lamerse las heridas, otros observan la desdicha con severidad y algunos necesitamos valernos de la frivolidad para olvidar todo el sufrimiento que nos rodea.

Toda esta reflexión ha surgido a partir de una entrevista que Daniel Monzón (Celda 211, El Niño) le concedía al diario El País y cuyo titular me ha enervado: "No se puede frivolizar con la violencia. Ha de repeler". Bueno, para ser justos, llevaba un tiempo calentándola en el microondas que llevo sobre los hombros, digamos que esta declaración ha sido el sonido del timbre avisándome de que la comida ya estaba lista para servir.

Entiendo lo que quiere decir. A él, a título personal, no le gusta frivolizar con la violencia, y me parece muy respetable, pero a mí ese "no se puede..." me chirría, las moralinas me irritan profundamente. En este mundo el límite de lo que se puede o no se puede hacer lo marca la justicia, incluso si no nos parece justo es así.

"El gran problema de la humanidad es la codicia", dijo Monzón (que dicho sea de paso me parece un estupendo director de cine) en una entrevista unos meses atrás. Discrepo. El gran problema de la humanidad es que todo el mundo se cree en posesión de la verdad. El gran problema de la humanidad es que nos pasamos el día exhibiendo nuestra superioridad moral, impartiendo clases de ética por si el resto del mundo hizo pellas en el instituto, como si nosotros estuviésemos completamente libres de pecado.

Todos hemos frivolizado en algún momento con situaciones que no son en absoluto divertidas, y no pasa nada. A veces, aunque la razón nos aconseja contenernos, las vísceras nos impulsan a reírnos de situaciones de lo más crudas. Que algunos decidamos no pasearnos con el gesto serio permanente no significa que seamos peores personas, ni tampoco mejores. Simplemente somos humanos.

A este paso tendremos que someternos anualmente a controles de calidad para saber si somos o no aptos para formar parte de esta sociedad. ¿Cuál será el criterio para logar el certificado? No tengo ni idea.


Lo único que sé es que no se puede... perdón, que no me gusta frivolizar con la frivolidad. 

1 comentario:

  1. Tal vez tengas razón y el gran problema de la humanidad es que todo el mundo se cree en posesión de la verdad, pero cuando miro a mí alrededor parece que solo hay una verdad. Caminamos hacia un pensamiento único y cada vez parece más posible el mundo de Orwel.
    Nos dicen que debemos pensar, lo que debemos hacer… y lo hacen por nuestro bien, claro. Me chirría, me irrita y cada día me da más pereza… volvamos a las tabernas a desdramatizar.

    Pero qué voy a saber yo. Reconozco que hice pellas en el instituto el día que tocó dar moralidad, lo socialmente aceptable y lo políticamente correcto.

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