martes, 26 de agosto de 2014

Tierra de modernos

Me estoy jugando el cuello. Con cada palabra que añado a este post mi vida corre serio peligro. Desde que abrí el blog la semana pasada he recibido varios mails que no reproduciré aquí para no herir vuestra sensibilidad, pero esta mañana ha llegado la gota que colma el vaso. Me disponía a salir para dar un paseo revitalizador, cansado de vegetar todo el día en mi rincón de pensar, cuando dos tipos y una mujer me han asediado en la puerta de casa al más puro estilo de la mafia calabresa. Uno de los hombres lucía un ridículo bigotillo y el pelo despeinado e iba enguantado en un minúsculo chaleco, todo rematado con un toque de pajarita muy casual. El otro maromo, a camisa de cuadros, tenía la barba de un indigente bien aseado y el pelo largo recogido bajo un estúpido y anticuado sombrero. La chavala de la discordia era un collage de tatuajes con malas pulgas y gafas de secretaria sexy, una Rottenmeyer actualizada. Tres blogueros que pretendían el cierre de El Tabernario. Querían recordarme que la bitácora digital es tierra de modernos.

El primer hipster firmaba un espacio similar a este. Sin embargo, su anecdotario era pródigo en experiencias sexuales dignas de Marc Ostarcevic: relaciones abiertas, tríos, swingers, orgías… No había misterios para este Casanova. En cambio la última gran azaña sexual de un servidor, el hombre de las tabernas, consistió en insensibilizar mi mano izquierda y cerrar los ojos para simular que me hacían una paja. El tipo me culpó de ensuciar la imagen de los egobloggers. Le miré detenidamente y lo comprendí todo. El chaval era extremadamente delgaducho, posiblemente por todas las veces que le robaron el bocadillo en el recreo. Seguro que pasó una adolescencia complicada: incomprendido, demasiado maduro para su edad, sensible, de aire distraído y mirada soñadora, ávido lector de poesía, ignorado por las niñatas y golpeado por la envidia y los puños de sus compañeros… Había nacido para el universo teen de una película indie americana, pero le tocó sobrevivir en un pueblucho de paletos del sur de Madrid. Ahora es un triunfador, se lo rifan las dependientas del Starbucks y las muchachas bohemias de Malasaña dejan un rastro de flujo vaginal a su paso cuando leen su blog. Es su momento, ¿quién soy yo para arrebatárselo?


"Te voy a follar y lo sabes".

El tipo barbudo parecía encantado de haberse conocido. Normal. Es una eminencia en Favstar gracias a su capacidad para hacer reflexionar a las masas en ciento cuarenta caracteres. Con frases célebres como “el éxito llega cuando tus sueños superan a tus excusas” o “no se trata de ser mejor que otra persona, se trata de ser mejor de lo que eras tú mismo el día anterior” (no son de su cosecha, pero reciclar también es un arte), este chico es un auténtico gurú para los emprendedores y un guía espiritual para los tuiteros. Es un hombre independiente, vive en una pequeña habitación de Lavapiés y se desplaza en una bicicleta vintage a todas partes cada día de la semana excepto el domingo, que sube a Majadahonda en autobús para recibir la paga de papá. También tiene un grupo de jazz fusión, y en su blog recoge fondos mediante crowdfunding  para grabar su primera maqueta, lejos de la tiranía de las grandes discográficas, porque está en contra del capitalismo (y no porque a ninguna le interese su música). No trabaja por el mismo motivo, prefiere concentrarse en su autocomplaciente público. En definitiva, un excelso erudito sin parangón. En cambio, yo vivo en un barrio residencial de chalets con mis padres, salgo de fiesta a ritmo de la Ke Buena y escribo por no dormir doce horas al día y pelármela el resto del tiempo. ¿Qué demonios hago yo en esta tierra de modernos?

El barbas con el pelo suelto.

Por último hablaré de la Rottenmeyer, muy guapa por cierto. Estaba profundamente indignada por mi primer post, lo consideraba denigrante para la mujer. Me habló de algo llamado (hetero)patriarcado, del falocentrismo, utilizó un montón de palabras que desconocía por completo pero que me parecieron maravillosas, así que la invité a tomar un café. Ella me acuchilló con la mirada y me preguntó si no había entendido nada de lo que me había explicado, y entonces me nombró varios de sus artículos para apoyar sus propias ideas. Y yo mientras eché un vistazo furtivo a sus tetas. Completamente exaltada, elaboró una teoría acerca de un virus machista que había enfermado a nuestra sociedad y que se había propagado a través de los estereotipos del porno convencional. Yo insistí en que me estaba poniendo cachondo y quería correrme en sus gafas de pasta. Ella me tumbó en el suelo de un bofetón y continuó dándome patadas en las costillas, y yo no dejaba de imaginármela vestida de cuero y con un flagelo en la mano, castigándome por ser un chico malo. A pesar de todo una parte de su mensaje sí que me llegó: ¿debería dejar El Tabernario?


Por si no os habías dado cuenta todavía, tomad deus ex machina para cerrar el post porque todo fue un mal sueño de Resines. No voy a dejar esto por el momento, necesito reivindicar la figura del hombre tabernario en este digimundo de modernos. Pero si alguna feminazi quiere pasarse por mi casa para explicarme detenidamente su profundo análisis sobre esta sociedad machista la escucharé sin problemas. Mientras, elucubraré alguna fantasía sexual que nos implique a ella, a mí y a un Doberman… Por salirme de los clichés del porno convencional, vaya.

"Okis".

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